Harruinado
14/11/25 12:09
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Rumores de mercado.
1. El relato de la IA y la sensación de que “no todo vale”En primer lugar, los inversores están empezando a mirar hacia 2026 y a cuestionarse hasta qué punto el enorme volumen de gasto comprometido en IA es sostenible y, sobre todo, rentable. La idea de que “no todas las compañías pueden ser ganadoras” empieza a calar, y eso enfría el entusiasmo indiscriminado por el tema.En ese contexto, según recuerda Adam Button, OpenAI ha introducido un matiz incómodo: la mención a la necesidad de un posible respaldo del gobierno para algunas inversiones. Aunque después se matizara el mensaje, el mercado ha interpretado que, si se habla de dinero público, quizá el capital privado ya no está tan disponible o empieza a ser más selectivo. El discurso de “Estados Unidos necesita ganar la carrera de la IA, así que hace falta dinero público” puede ser lógico desde el punto de vista geopolítico, pero también suena a fin de fiesta en la fase más exuberante del ciclo de inversión.2. Respuestas defensivas, egos a flor de piel y mucho insider sellingEl segundo foco de preocupación tiene que ver con el tono de algunos protagonistas de la industria. En su entrevista con Brad Gerstner, el propio Sam Altman, CEO de OpenAI, reaccionó de manera visiblemente incómoda cuando se le preguntó cómo se justifican compromisos de gasto cercanos al billón y medio largo de dólares frente a unos ingresos de “solo” 13.000 millones.En lugar de responder con datos, flujos de caja o visibilidad de negocio, Altman replicó que, si el entrevistado quería vender sus acciones, él encontraría compradores de inmediato. El mensaje implícito es claro: “hay tanta demanda por mis acciones que no necesito justificar mis números”. Ese tipo de respuesta, más apoyada en orgullo y percepción de demanda que en fundamentos objetivos, suele interpretarse como una bandera roja.Algo similar se ha visto en Palantir, donde su CEO Alex Karp también ha adoptado un tono muy agresivo frente a quienes dudan del valor de la compañía, pese a las valoraciones ya muy exigentes y a que se está registrando un volumen elevado de ventas de acciones por parte de insiders. Cuando la defensa de la empresa descansa más en ataques a los críticos que en explicar con calma cifras, márgenes y hoja de ruta, el mercado tiende a ponerse a la defensiva.3. El mercado de crédito empieza a mandar señales incómodasEl tercer elemento que destaca Adam Button es el comportamiento de los bonos y los seguros de crédito (CDS) de las grandes compañías tecnológicas y de IA. En el último mes se han ampliado los spreads y han subido con fuerza los CDS de nombres como Oracle, CrowdStrike, SoftBank, AMD, Intel, Amazon, Microsoft, Alphabet o IBM.El caso de Oracle resulta especialmente ilustrativo. Tras un rally explosivo que llegó a situar a su fundador como el hombre más rico del mundo por unas horas, el mercado ha empezado a revisar con más frialdad la naturaleza de algunos acuerdos de inversión y las estructuras de financiación “circulares”. El resultado: corrección en la acción y bonos a 30 años emitidos hace poco tiempo que ya cotizan claramente por debajo de la par. Cuando la renta fija empieza a pedir más prima de riesgo, el mensaje es que el crédito está menos dispuesto a comprar la narrativa sin mirar de cerca el balance.El viejo axioma de mercado dice que “los más listos están en el mercado de bonos”. El repunte de los CDS y la pérdida de brillo en las emisiones de deuda de estos grandes nombres no implica necesariamente un problema inminente, pero sí refleja mayor cautela sobre el volumen de financiación requerido y las expectativas de retornos futuros.Un último detalle psicológico: el “rage quit” de los bajistasComo guinda, el análisis recuerda la retirada airada de un conocido bajista como Michael Burry, que ha decidido abandonar sus posiciones cortas tras sufrir durante el tramo final del rally. Históricamente, las capitulaciones de los cortos suelen verse, con razón o sin ella, como señales de posible techo de mercado.En resumen, no hay un único evento detonante, sino una acumulación de factores: dudas crecientes sobre la eficiencia del gasto en IA, directivos a la defensiva en empresas con valoraciones exigentes, señales de alerta en el crédito y la sensación de que algunos bajistas han tirado la toalla justo después de un periodo de euforia. Todo ello está alimentando la idea de que el tramo actual del ciclo tecnológico puede necesitar una fase de ajuste más seria antes de volver a construir sobre bases sólidas.