Harruinado
19/12/25 11:13
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Historias de la Bolsa.
2025 ha traído una noticia que muchos inversores preferían no ver: Warren Buffett se retira como consejero delegado de Berkshire Hathaway al cierre del año. El relevo recaerá en Greg Abel, el sucesor elegido para ocupar un puesto que, durante décadas, ha marcado el tono de la inversión a largo plazo. Como recoge Barbara Kollmeyer en el medio original, el anuncio no solo cierra una etapa histórica; también reabre un debate inevitable: ¿qué hizo a Buffett tan excepcional durante tanto tiempo?Klarman lo resume con una imagen potente: el éxito de Buffett parece una lotería de premio creciente, pero sin suerte. Solo la aplicación constante de un método, repetido con disciplina durante décadas.La base: invertir en negocios, no en tickersEl homenaje más comentado lo firma Seth Klarman, gestor de Baupost Group, en un texto publicado en The Atlantic. Su idea central es sencilla y, a la vez, incómoda para el inversor impaciente: Buffett no “compra acciones”, compra participaciones en empresas. Las analiza como si fuera a convivir con ellas muchos años, y por eso le importa más la calidad del negocio y su capacidad de generar valor que el ruido diario del mercado.En ese marco, Klarman destaca un rasgo que separa a Buffett de la mayoría: cuando un valor se debilita y la tesis sigue intacta, su reacción típica no es reducir, sino aumentar. No lo mueve el impulso; lo mueve la convicción de que el precio a corto plazo puede fallar, mientras el valor del negocio se impone con el tiempo.Mentalidad value: paciencia, contrarianismo y cálculo fríoKlarman describe a los inversores en valor —incluyéndose en el grupo— como una especie particular: gente que suele empezar joven, a veces con obsesiones de coleccionista, y que termina desarrollando un olfato natural para las gangas. Son contrarios por naturaleza, prefieren el largo plazo y se vuelven disciplinados con una pregunta que parece aburrida, pero lo decide todo: ¿cuánto vale realmente este negocio?Donde otros se excitan con el “pelotazo”, Buffett se emociona con algo más lento y más fiable: la aritmética del interés compuesto trabajando año tras año.Aunque en 2025 se ha hablado de un cierto regreso del estilo value, el mercado ha seguido premiando con fuerza a las compañías de crecimiento. Ese contexto hace que el mensaje de Klarman sea todavía más directo: el método Buffett no depende de estar “de moda”, sino de mantener una forma de pensar incluso cuando el entorno no la celebra.Cinco rasgos que sostienen una carrera irrepetibleEntre las claves, Klarman subraya una mente especialmente alerta, rápida y precisa, capaz de ir al núcleo de una inversión y separar lo bueno de lo mediocre. A eso se suman tres hábitos que parecen simples, pero casi nadie mantiene de forma consistente: enfocarse, evitar distracciones y persistir con las mejores ideas a lo largo del tiempo.También destaca su capacidad para adaptarse cuando conviene: Buffett fue refinando su enfoque, influido por Philip Fisher y por Charlie Munger, alejándose de empresas muy baratas pero flojas, y acercándose a negocios mejores, incluso si eso implicaba pagar más. El argumento es claro: la calidad tiende a crear valor de forma más estable y duradera.Para Klarman, lo extraordinario no es solo que Buffett construyera su fortuna desde cero, sino que lograra rendir a máximo nivel durante casi tres cuartos de siglo, atravesando crisis, burbujas, revoluciones tecnológicas y cambios de régimen de mercado.El cierre del retrato es más moral que financiero. Klarman aplaude que Buffett liderara una de las compañías más respetadas del mundo sin vivir pendiente del aplauso ajeno, sino de hacer lo correcto para el negocio y los accionistas. En tiempos en los que el éxito suele medirse solo por el dinero que se gana, la frase que queda flotando es tan simple como incómoda: que algo sea posible no significa que sea lo adecuado.