Pero si yo escucho a Marc diciendo que hay una gran oportunidad invirtiendo ahí y le doy mi dinero, para mí es indudable que Marc me ha aportado valor si va bien (o la ha cagado, si va mal, y no me vale que diga que es que el índice va mal). Parcialmente de acuerdo. Pero coincidiremos también en que la decisión de un inversor de invertir en Japón, por ejemplo, no debe tener como única causa el haber escuchado a Marc en concreto, sino que debe venir alimentada por fundamentos más sólidos. En caso contrario, el primer gran error es del inversor, y todo lo que le ocurra luego le será merecido. Si, por el contrario y como debe ser, esa decisión viene determinada por varias causas y motivos, y luego el gestor elegido lo hace peor que el índice, podemos sacar como conclusión obvia que inversor y gestor acertaron en la estrategia (dónde invertir), pero el error del segundo genera un coste de oportunidad y una pérdida relativa al primero, comisión mediante. El punto es que el primero gana menos de lo que hubiera ganado de haber elegido el índice, y el segundo, siendo culpable de esa merma de rentabilidad ajena, cobra puntualmente por su mal rendimiento relativo.