Con los "de arriba" nunca se acabará. Compréndanlo ya de una vez, que parecen criaturas adolescentes. Especialmente porque los "de arriba" siempre podrán sobornar a trepas de los "de abajo" que sirvan a sus intereses. Y si alguno es incorruptible acabarán inmisericordemente con él; como sucedió con el jacobino Robespierre o con el comunista Allende.
Los tentáculos del gran capital no son omnipotentes, pero difícilmente quebrantables en el presente estadio de la humanidad. Sería necesario un nuevo paradigma en el que se otorgaran prioridad a otros valores disímiles a los actuales. No obstante, en el tema del dinero, sí se puede actuar para intentar construir un mundo algo menos injusto.
Algunas observaciones al respecto:
1.- Acepten la cruda, durísima e ingrata realidad. En la humanidad puede haber un 0,1 % de genios, de un 10% a un 20% de mediocres y el resto son imbéciles. Sé que exagero respecto al primer grupo, pero no deseo emborracharles con decimales, por eso redondeé al alza.
Que cada cual se integre en el grupo que más le interese, eso no es importante. Lo nuclear es comprender que la mayoría de propuestas para un mundo mejor son auténtica basura desde su génesis: algunas son infantiloides, otras inaplicables, otras desestimulantes del ahorro y la mayoría dirigidas a facilitar un interés específico para unos grupos determinados.
2.- Abandonen la idea proclamada en la Constitución de Cádiz de 1812 de que todos los españoles son buenos y benéficos. Acepten la realidad: están rodeados de hijos de puta sabelotodo. La ignorancia es muy atrevida y a un idiota no les vas a decir tú qué ha de hacer con sus finanzas; especialmente si es un imbécil culto y realizado.
Pero vayamos al tuétano del asunto. Hijo de puta no es un bankster: él hace lo que tiene que hacer, o sea aprovecharse desde tiempos inmemoriales de la supina ignorancia de la población en materia económica.
Los banqueros y el gran capital roban, por supuesto. Pero a nuestros congéneres les encanta dejarse trincar y engañar, ya que cambiar su paradigma de comprensión de la realidad sería infinitamente más costoso a nivel psicológico. Es mucho más fácil pensar que el euro es la divisa de referencia mundial de la flamante Unión Europea cuya imparable locomotora, Alemania, no la dejará caer. Lo duro es aceptar que la devaluación paulatina de la moneda propició el colapso de la primera unión europea (el Imperio romano de occidente) y que hace 80 en Alemania se pasaba hambre con una hiperinflación de manual por la emisión incontralada de dinero para paliar las deudas de la República de Weimar.
3.- Regresen al estudio de la etimología. Una revolución monetaria, necesariamente ha de incluir el concepto de "revolución", que no es otra cosa que el giro o vuelta completa que da una pieza sobre su eje para volver al origen.
La auténtica revolución sería que el dinero retomara su valor intrínseco, per se y no por mandato imperativo, sino por consenso. Los metales preciosos han sido el dinero por excelencia desde los anales de la historia porque cumplen todas las características exigibles:
a) medio de intercambio aceptado comúnmente por todos: reconocible, transportable, almacenable, con bagaje histórico y uso universal.
b) unidad contable: divisible, fungible y homogénea.
c) reserva de valor: conservador de riqueza, no perecedero, no manipulable a instancia de grupos interesados, no se puede crear artificialmente a voluntad de unos pocos, ajeno a la inflación en mucho mayor grado que la mayoría de bienes y además de valor como dinero tiene un valor intrínseco como materia prima para la industria o la joyería.
Pero además, suponen una riqueza real con valor intrínseco por su escasez y los costes de extracción (tanto laborales, de inversión de capital y de energía), manipulación y transporte.
Por eso al sistema económico no le interesa que los metales preciosos readquieran el estatus de dinero real, porque no se podría expoliar como antes. Mediante el dinero deuda no sólo se roba, además se esclaviza a la humanidad haciendo pagar por unos intereses de un dinero virtual a la vez que inexistente.
Pero el sistema no caerá por la bonhomía de las personas, sino por las matemáticas. Llegará un momento que no se podrá robar más con la emisión de dinero sin valor intrínseco, tanto estatal como bancario.
Se lo vuelvo a repetir, ustedes están rodeados de auténticos hijos de perra que lo único que les importa es conservar su depósito bancario (de un banco en quiebra -como todos los actuales- y con un dinero sin ningún valor intrínseco) y luego critican hipócritamente que se salve a la banca en lugar de que el dinero llegue a la sociedad civil. Por supuesto, y ésos son los afortunados, aunque idiotas, suertudos. Otros apenas pueden malvivir en una sociedad que acumula capital desaforadamente.
Entonces, ¿merece la pena ir informando de esta realidad al resto de los congéneres y que transformen su dinero para salvar su patrimonio e intentar crear un mundo mejor?
TAXATIVAMENTE, NO. CONFÍO EN QUE NI SE LES PASE POR LA SESERA.
Yo comencé a acumular plata en el momento en que estaba más barata en los anales de la humanidad en relación a la masa monetaria. De hecho, lo tradicional en las monedas de plata era que a medida que subía el precio del metal éstas fueran retiradas de la circulación debido a que el precio del metal superaba al valor facial de la moneda (esto no es otra cosa que la aplicación de la Ley de Gresham). Pero cuando comencé a acumular hace unos años, me ocurrió una paradoja muy poco habitual en la historia: que la monedas de metales básicos de curso legal y circulación ordinaria eran más caras por gramo de metal que aquellas de metales preciosos.
O sea, que en las monedas de 2 euros, el cuproníquel y oro nórdico que contenían era más caro por gramo que el precio de la plata en las monedas que yo adquiría. Demencial, ¿no? Pensé que yo era un genio y que mis congéneres eran idiotas. Obviamente fallé estrepitosamente en ambas reflexiones: yo no soy ningún genio y los que me rodean son infinitamente más retrasados mentales de lo que apriorísticamente concebí.
En un primer momento intenté convencer a mis allegados de todos estos conocimientos. Craso error. No merece la pena. Es como salvar a una presa de su depredador en un documental de la 2. Por eso creo que Llinares se equivoca intentando rescatar el pan de sus hijos a algún bloguero más cada vez que saca a colación comentarios sobre la plata. Parece un émulo de Schindler en el rescate de un judío más con cada uno de sus comentarios promocionando el argénteo metal. Su actitud le honra, pero ni merece la pena, ni es agradecido, ni pagado.
Ustedes se han quedado sólo en la superficialidad de la plata, o sea, en casi nada. Para todo aquel que quiera horadar el barniz y adentrarse en materia que estudie cómo se está desarrollando la tormenta perfecta que podría llevar la plata a la estratosfera, ya que todo indica que va a acaecer en los años venideros, puesto que todas los vientos favorables apuntan a esa dirección.
Para concluir, desearía incidir en un tema apenas tratado y no es que sea baladí, es nuclear: el carácter místico y simbólico. Los metales preciosos son dinero de Dios, transformado por los hombres. No es el inexistente dinero falsario de la humanidad para esclavizar sempiternamente a sus congéneres. La plata no se crea artificialmente de la nada, por eso la humanidad la eligió desde hace milenios como dinero comúnmente aceptado y la sociedad ha ido descubriendo posteriormente sus mágicas aplicaciones en todo tipo de procesos industriales en los que se utiliza.
No es casualidad de que en una colección de libros sagrados de tanta importancia, como es la Biblia, se hable de la delación de Cristo por parte de Judas fuera recompensada con plata, puesto que se le atribuía el carácter simbólico de dinero por antonomasia. Tampoco es casual que en muchos de los tesoros de las iglesias y catedrales católicas haya piezas de plata bañada en oro, ya que si bien las piezas no podían ser de oro debido a su elevadísimo valor, no era de recibo engañar al Santísimo con ofrendas de metales innobles, puesto que Dios lo ve todo.
Dicho todo lo anterior, que cada cual invierta el sudor de frente en lo que más le interese. Quien desee acumular horas de trabajo en un programa informático, que lo haga. Cada vez hay más población con más horas de trabajo disponibles y menos plata disponible per capita, que será repudiada por los tontos y acumulada por los listos, como siempre ha ocurrido.
Una vez realizada mi exposición considero que insistir más sería redundante. Lo mejor es congelar el tema y ya vaciaremos la nevera cuando sea menester. Ojalá Llinares no lo aborde más y se centre en lo que realmente apasiona al populacho (en terminología prerrevolucionaria):
Creerse más listo que los demás y ganar mediante un dinero falsario más cantidad de dinero falsario gracias a las plataformas financieras creadas por unos gangsters que manipulan los mercados, con la esperanza de que una vez se acumule la cantidad deseable de apuntes contables se podrá reconvertir en dinero falsario con tiempo suficiente para así engañar a algunos de sus congéneres intentando transformar algo que ya sabemos que no no tiene valor alguno por riqueza real...y por supuesto, nunca dejando de creer que somos buenas personas.
Si la operación sale bien, seremos unos genios. Si la operación sale mal, echaremos la culpa a los "de arriba", como no podía ser de otra manera. Y mientras, a criticar el sistema, pero recogiendo todas las miguitas de pan que se les caen a los poderosos. En el fondo, hacer un mundo algo mejor es facilísimo, pero ser una persona coherente es infinitamente más complejo y me pongo a mí mismo como máximo exponente de incoherencia entre mis actos y mis palabras.
P.S.- Parece que el link al que lleva la palabra "génesis" es de la casa; aún así no me apetece cambiar la palabra de marras.